En
virtud de que los estrenos cinematográficos, siguen pospuestos y que gran parte
de la población mundial ha recurrido a Netflix
en este tiempo, les presentamos la
reseña de una película de superhéroes, esos que reflejan la idílica
representación de todo aquello a lo que aspira el ser humano.
El
cine de superhéroes, si convenimos en darle este nombre al género, es
actualmente de los más populares y por ende, lucrativos en el mundo de
Hollywood. Inspiradas en buena medida en comics e historietas, las películas
que nos muestran superhéroes en diversas historias y facetas, atraen hoy la
atención de millones de fans, así como los esfuerzos y recursos de los grandes
estudios.
Pero
en el ámbito de la ciencia ficción y la magia que rodea al género, hay apuestas
novedosas, visiones distintas que intentan mostrar una lectura diferente al
espectador.
“Project Power”,
película producida por Netflix, se inserta en esa búsqueda. Jamie Foxx encabeza
un elenco que nos narra una historia ambientada en Nueva Orleans, cuyas líneas
argumentales básicas se resumen así:
En
las calles y rincones de la ciudad, se vende y trafica una misteriosa píldora
luminosa y llamativa llamada “Power”, que tiene una peculiaridad que hace honor
a su nombre: quienes la activan, girándola y luego ingiriéndola, tienen sólo 5
minutos de verdaderos superpoderes, aunque no hay claridad de qué tipo de
capacidades son, porque eso depende de las características, miedos o deseos de
cada persona.
Una
joven adolescente afroamericana vende esta pastilla en las calles de la ciudad.
Se llama Robin (interpretada por Dominick
Fisback) y lo hace porque debe ahorrar dinero para
ayudar en el costoso tratamiento médico de su mamá. Cuando el peligro la acecha,
es salvada por Frank un detective de la policía que tiene un rol no sólo de
amigo sino de protector, interpretado por Joseph
Gordon-Levitt. El joven detective sabe de la pastilla
y de hecho la utiliza en momentos de persecución o búsqueda de criminales que
hacen de las suyas bajo los sorprendentes efectos de la droga, y está en la
búsqueda de un ex militar al que se señala de ser el principal responsable de
su distribución: Art (Jamie
Foxx).
Art,
a su vez, le sigue los pasos y el rastro a quienes venden la pastilla, pero en
realidad está en una búsqueda desesperada de su hija adolescente, que fue
secuestrada por los creadores y fabricantes de la píldora, para usar sus genes
especiales y extraer de ellos superpoderes.
Lo
que sigue es una puesta en escena en la que estos tres personajes, interactúan
y gravitan en torno a la persecución que concentra el foco de la trama.
Aunque
en principio parezca algo burdo el guión de Mattson Tomblin,
la dirección, que recae a dos manos en Henry
Joost y Ariel Schulman, logra
mantener el ritmo narrativo y por ende el interés del espectador.
En
este caso, la verdadera heroína es la carismática Robin, que sin tomar la
pastilla, logra ayudar a Art y a Frank a vencer a los traficantes de superpoderes.
Como mensaje entrelíneas del film, el tema racial, el contexto de pobreza o
necesidad de la clase media baja en Estados Unidos, y el “empoderamiento” de la
joven para realizar sus sueños, sirve de trasfondo en un escenario social
altamente sensibilizado por el polémico aspecto de los derechos de las
minorías
y el abuso policial contra la población de color. El tema sólo se asoma y queda
sutilmente
en el ambiente.
“Project Power” sin
grandes pretensiones, ofrece una historia amena, que cumple su premisa y
cautiva a los amantes de este género, con una óptica que mezcla ficción y realismo
social.