Con una sonrisa bonachona, y un sentido del humor que
contagia, Hector Alvarenga es un salvadoreño que sin darse cuenta, ni habérselo propuesto como meta de vida, ya
ha dedicado 25 años de su vida a la reparación y pintura de vehículos. Con 50
años, él ha demostrado, una vez más, que el buen humor, el ritmo, la creatividad y el talento juntos, son virtudes de la cultura latina.
Cuando solo tenía 21 años, Hector tuvo la oportunidad
de inmigrar a Canadá, y aunque el cambio fue duro, los últimos 29 años le han
demostrado que tomó la decisión correcta.
La tercera es la vencida
Tener un negocio propio no es tarea fácil. En 1992,
Hector afrontó el fracaso de un primer intento, no se dio por vencido y años
más tarde, le apostó a ir como socio de una gran compañía, la experiencia fue muy
educativa, pero sumamente agotadora.
En Julio de 2010, avanzó su proyecto personal llamado Carfix y empezó a brindar servicios de
pintura y manejo de oficina por contrato. Dos años más tarde, la empresa abrió
las puertas de su actual local en Hamilton donde ya cumple siete años ofreciendo un servicio de
primera en el área de retoque, pintura y reparación de vehículos en caso de
accidente.
¿Quién ha sido su inspiración para siempre seguir
adelante?
Mi hija: Ella siempre me inspiró, y yo siempre he
querido demostrarle que si uno quiere, se puede; si uno cae, hay que levantarse; y nunca hay que mirar atrás. Ahora que Amandy ha
crecido, estoy sumamente orgulloso de ella.
Brillantes y bonitos
Después de su pasión por el golf, Héctor disfruta la tarea que accidentalmente escogió como profesión.
Una profesión que en El Salvador jamás se le cruzó por la mente mientras
cursaba su segundo año de Ingeniería Eléctrica.
¿Cómo llegó a la reparación de vehículos?
Por casualidad entré a trabajar a un taller de
reparación e inmediatamente admiré la manera en que arreglaban los autos, lo hermosos
que quedaban después de estar tan
dañados. Descubrí que este rubro fue lo que siempre quise, y decidí dedicarme a
esto.
¿Qué es lo más disfruta de este trabajo?
Cuando entrego de regreso las llaves de un carro y la
gente se queda admirada. Dicen: “Wao…no se nota la reparación, ni se nota que
este carro fue chocado”. Mi recompensa es sentir que mi esfuerzo llena de
satisfacción al cliente, y eso me hace venir a trabajar al día siguiente.
¿Cómo se visualiza en cinco años?
Me veo viejo - dice Hector entre risas - Me veo en un
taller más grande, y con un equipo de trabajo más numeroso. Mi filosofía es que
el éxito del negocio no es meramente personal y mientras más se produce, más
alegría y recompensa puedo brindarles a mis clientes, y a la familia de Carfix.
Queda aún un largo camino por recorrer, y Hector lo
hace al ritmo de Michael Jackson. Que no le sorprenda si un día entra al taller
y lo ve bailando, cantando y trabajando sincronizadamente. A él, le sobra lo
que la gente llama: Actitud.
Se despide de esta entrevista para Presencia Latina, diciendo: “Todos
debemos luchar por lo que queremos, y aprovechar todas las oportunidades que
nos da la vida”…