Empecemos por reflexionar sobre lo que se tiene, entonces descubriremos qué se necesita.
Lo material no es lo imprescindible.
Ni techo, ni vestido, ni alimento, que son las necesidades básicas del ser
humano. La salud, siendo muy importante está cubierta con un sistema de salud
preventiva.
En el plano espiritual, las iglesias se
esfuerzan para ofrecer un techo confortable para que los asistentes puedan
congregarse, recibir discipulados, socializar con otras personas, participar en
servicios comunitarios, enseñanzas bíblicas, y por supuesto tener oportunidad
de adorar y acercarse a Dios.
De igual manera sucedió en los
tiempos del Señor Jesús, las gentes se acercaban a Él buscando una repuesta a
su necesidad. Podemos ilustrar el ejemplo de lo sucedido en algunas narraciones
de la Biblia.
En el libro de Marcos se cuenta la petición
de los hijos de Zebedeo:
Entonces
Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se acercaron a él y le dijeron:
-
Maestro,
queremos que nos concedas lo que pidamos.
Él les
dijo:
-
¿Qué
quieren que haga por ustedes?
Y en el de Lucas se describe
cuando Jesús sana a un ciego en Jericó:
- ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!
Los que iban delante lo reprendían para que se callara
pero él clamaba con mayor insistencia:
-
¡Hijo
de David, ten misericordia de mí!
Entonces Jesús se detuvo, mandó que se lo trajeran y,
cuando llegó, le preguntó:
-
¿Qué
quieres que te haga?
Jesús
se interesó en atender las necesidades de quienes le buscaron y así lo sigue
haciendo. ¿Pero qué necesitamos hacer?
1.-
Depender de Dios. “Clama a mí,
y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces”
(Jeremías 33:3).
2.- Entregar nuestras cargas a Él. “Acontecerá
en aquel tiempo que su carga será quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz,
y el yugo se pudrirá a causa de la unción” (Isaías 10:27).
3.- Procurar estar en su presencia
para ser llenos del Espíritu Santo. “Cuando
hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron
llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios” (Hechos
4:31).
4.- Tener temor de Dios. “Así que, amados, puesto que tenemos tales
promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu,
perfeccionando la santidad en el temor de Dios” (2 corintios 7:1).
Jesús
es el mismo, ayer, hoy y siempre.